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Mostrando las entradas de 2016

en un punto

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todos los caminos se bifurcan todos los caminos más allá o más acá se unen hoy todos los caminos conducen a mí a hoy a acá

calambre

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Los acordes del día entre murmullos  Una melodía que me suena tan marrón  Una canción muda bajo mi pecho Una noche de viento tanto viento  Tanto por hacer Palabras ciegas en mi boca No me dejan dormir Oigo grillos en mis oídos  Alarmas en mi sien Todo es confuso Mis dientes tan tensos, calambres Lo veo a él y a él y a él también  Tanta gente me habla entredormida No me griten, hago lo que puedo Qué quieren de mí en esta tormenta Puedo poco, soy tan fuerte Soy tan débil, cuidame  Tanto por hacer que depende de mí  Cada vez que busco algo hermoso Algo simple y luminoso Que me ayude a decir adiós  Viene lo feo, el nudo, el dolor Todo lo oscuro que encierra cada vida Recuerdos manchando recuerdos Lobos en vela, vengan por mí  Si no dormiré al menos espero  Ser buen alimento  Para tan sabias fieras

tarde

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y cuando eras feliz todo tenía colores pero no los veías solo reparaste cuando todo empezó a ser de uno o más tonos de gris y cuando eras feliz tus ojos se alegraban tanto que volaban chispas a todo el que te miraba pero no las veías solo viste fuego cuando las chispas callaron y cuando eras feliz sabías escribir sin morder penas dejar palabras en oídos y caricias en manos pero no las escuchaste ni sentiste solo abriste tus manos al ardor ahora que mirás escuchás sentís ya no hay alegría y entonces sangrás tu dolor

truena

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Rugen los truenos anuncian algo  no sé qué, pero algo anuncian que vengan los truenos no tengo miedo tengo noche paciencia y sueños

cuando vos estabas

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Qué verdiazul era la mañana temprano cuando vos estabas qué de rocío y de hojas qué de seguras pisadas qué de sueños, qué de sueño qué verdiazul y mojada era la mañana cuando vos estabas Qué de violeta eran las tormentas sobre el mar cuando vos estabas qué de rayos y estampidas y reírse fuerte en el agua salada qué inundación constante de truenos y abrazos de horizonte y de cielo violeta cuando vos estabas Qué amarillo era el cielo cuando vos estabas amarillos cirros, amarillas luces amarillos vuelos y amarillos tornados amarillo el mundo entre nuestros ojos nuestros silencios cálidos y nuestras palabras qué amarillo era mi cielo cuando vos estabas Supimos ser color supimos ser ansia supimos noches de ventanas deshojadas supimos ser niña, ser hombre, ser gente supimos canción de madrugada supimos nadar sin orillas sabiendo sin saber qué nos esperaba supimos ser semilla supimos ser todo supimos ser nada Qué ver

hora

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es la hora de las brujas las que danzan sobre mí desaparezco tras mi creación estado impecable para ser a esta hora cuando todo es solo cuando el aullido suena mudo y la risa es un girasol al caer la luz derraman mis palabras  -las que no son mías- su esencia fuera de mí contando semillas trivialidades escalones gotas frías y fuego azul desarmo mi cuerpo para guardarlo en aquel rincón triangular y mi pelo vuelve amorfas mis ideas es la hora de las brujas las que danzan sobre mí años luz de recorrido milenios de repetición un hombre dormido una mujer esperando sin esperar que llegue lo que nunca se fue que aparezca de repente tan callada  resonante terminal y creadora el alma con su verdad

uno

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Los colores no existen por separado. No puede haber sólo blanco, sólo negro. Y por lo tanto, tampoco puede haber sólo blanco Y negro. Todo es UNO. Hay una unidad detrás de todo. O subyacente, o envolviendo todo. El silencio y la palabra, tampoco existen. Son sólo ocasiones con que se pintan los movimientos de ese todo. Palabra y silencio son UNO. Por eso tampoco elegimos a nuestro antojo cómo y cuándo utilizarlos. A veces sucede que un grupo de palabras torpes equivale a un silencio que se nos escapa. Y a veces a la inversa, un silencio espeso y obstinado es un cúmulo de palabras que tienen miedo de ser. (Como si algo pudiera dejar de SER, solo por tener miedo…) Escuchando en silencio aparece el sonido. Y creando sonido damos lugar al silencio. Mirar a los ojos es hablar. Con o sin palabras que lo acompañen. Y por eso da miedo. Vértigo de conocer lo que hay detrás de los ojos del otro. Vértigo de saberlo. De tener que hacernos cargo de que lo sabemos. De darnos cuenta